top of page
Foto del escritorMarco Morales, Ph.D.

Como el agua

En 1979, Camarón, el más grande “cantaor” de flamenco de todos los tiempos, revolucionario por naturaleza, lanzó “La leyenda del tiempo”:





“El sueño va sobre el tiempo

Flotando como un velero.

Nadie puede abrir semillas

En el corazón del sueño.


El tiempo va sobre el sueño,

Hundido hasta los cabellos.

Ayer y mañana come

Oscuras flores de duelo”.


Cantaba los versos de Federico García Lorca, soñando otra cosa de lo que dictaban los ortodoxos de su tiempo, “salir un poco del flamenco puro”, decía. Fue un fracaso absoluto el disco; en televisión le preguntaron qué pensaba y esto respondió:


“La opinión que tengo de este disco es que, los que lo han escuchado y no les gusta mucho, pues yo creo que tienen que escucharlo más, porque está muy bien conseguido”.


El disco terminó convirtiéndose en historia, en el referente del nuevo flamenco.


Paco de Lucía, el monstruo de la guitarra mundial, hizo las paces con su antiguo amigo para grabar un nuevo disco, que se llamaba como esta columna.


“Limpia va el agua del río

Como la estrella de la mañana

Limpio va el cariño mío

El manantial de tu fuente clara.


Como el agua

Ay, como el agua

Como el agua


Como el agua clara

Que ha baja' del monte

Y así quiero verte

De día y de noche


Ay, como el agua

Como el agua”.


Para ser grandes hay que ir mucho más allá de la realidad, del statu quo, de lo que hay, de lo que siempre ha sido. Esto vale también para el agua. Porque el sueño va sobre el tiempo y el tiempo va sobre el sueño.


Usé esta canción por primera vez mientras contaba a los niños un cuento, el cuento de “Los pequeños guerreros del agua”. Sin saberlo, la canción ocupa el espacio del cuento en que resurge la esperanza.


Yo quisiera, queridos amigos, que no abandonemos la esperanza o que regresemos a ella de ser preciso. A veces, las fuerzas nos abandonan. Vemos la suciedad en los rincones y que resulta infructuosa la pequeña escoba que barre la calle sin parar, día tras día.


Pero allí están los niños, creyendo, jugando, soñando con algo mejor. Por los que están bien y creen en el mañana, por los que están trabajando en las calles o en el campo sin poder jugar o aprender a leer. Por todos ellos, debemos levantar nuestra voz, desde nuestra profesión, desde nuestro metro cuadrado. Seguir soñando.


Cantó en aquel disco de flamenco, otro poema de García Lorca de 1931, una canción de cuna de la tradición de Granada. Cuando lo leo y escucho, suena a dolor y a tragedia; es la tragedia de hoy con el agua:


“Nana niño nana

Del caballo grande

Que no quiso el agua

Que no quiso el agua.


El agua era negra

Dentro de las ramas

Cuando llega al puente

Se detiene y canta:


¿Quién dirá, mi niño,

lo que tiene el agua?

Con su larga cola

por su verde sala”.


De acuerdo con Morante (2018) el Agüita, tío de la esposa de Camarón, fue quien escuchó sus últimas palabras en julio de 1992.


Quien quiera conocer un poco de este grande de la música española, busque “Camarón: flamenco y revolución”.


Mientras tanto, seamos uno, trabajemos hombro a hombro, gotas de agua unidas formando una cascada. Como el agua.


Articulo original publicado en La Hora el 26/2/2022



67 visualizaciones0 comentarios

Comments


bottom of page